Por momentos. Nada reseñable. Supongo que lo llevo como todos. Se acaba la primera quincena de este abril tan raro y se cumple un mes de confinamiento. Los días se acumulan entre noticias atropelladas, conversaciones con amigos y rutinas autoimpuestas para vencer la desidia y el desánimo domiciliarios. La llamada al orden emocional se mezcla con horas perdidas, imaginando y recordando, mientras que la resignación y la impotencia follan como dos novios tras una discusión.
Hoy la primavera se ha dejado sentir ahí afuera. Desde los balcones y las ventanas abiertas de par en par se nos ha colado en casa a todo el vecindario. En la mía ha sido como una caricia, pero no descarto que en alguna otra haya sido como una bofetada. He tenido suerte. Por eso me he pasado la tarde animado en el salón, enzarzado en el juego de revisar fotos antiguas de viajes. Pese a lo que pueda parecer, ha sido más un ejercicio de esperanza que de masoquismo, sobre todo tras caer en la cuenta de que, en el abril de hace cuatro años, estaba con dos amigos en Sarajevo, la ciudad que sufrió el asedio más prolongado en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Aquellos fueron casi cuatro años de infierno enclaustrado remachado a base de morteros y francotiradores, lo que va desde el 5 de abril del 92 al 29 de febrero del 96. Sobre ellos hay publicado cantidad de material fotográfico (imposible no recordar a Gervasio Sánchez), mucha literatura y un buen montón de reportajes, películas y documentales que los describen perfectamente.
En nuestras fotos Sarajevo luce un rostro amable. En la actualidad es tranquila, limpia y muy accesible. Sin embargo, el peso de ser durante tantos siglos aduana de la historia hace que en sus calles se palpe una especie de silencio tenso, como el de una sala de espera. La ciudad es un eterno impasse ante el que mis amigos y yo caímos rendidos. De nuestra visita nos trajimos muchas preguntas, pocas respuestas y aún menos conclusiones.
En nuestras fotos Sarajevo luce un rostro amable. En la actualidad es tranquila, limpia y muy accesible. Sin embargo, el peso de ser durante tantos siglos aduana de la historia hace que en sus calles se palpe una especie de silencio tenso, como el de una sala de espera. La ciudad es un eterno impasse ante el que mis amigos y yo caímos rendidos. De nuestra visita nos trajimos muchas preguntas, pocas respuestas y aún menos conclusiones.
Stari Most, el puente viejo. |
Católicos y musulmanes se repartieron Mostar aprovechando el paso del río Neretva. La parte oeste era de los primeros y la este de los segundos. No es de extrañar que, con el inicio de las hostilidades, el puente encargado de unir ambas orillas saltara por los aires. Con ello, la ciudad se partía literal y metafóricamente en dos. El momento exacto de la voladura se filmó y dio la vuelta al mundo. Su carga simbólica es tremenda y el dolor más grande al saber que fue deliberada. Sucedió el 9 de noviembre de 1993.
El responsable fue Slobodan Praljak y se le acabó juzgando en La Haya por crímenes de guerra. El 29 de noviembre de 2017 se celebró el juicio que le condena definitivamente a 20 años de prisión. De pie y con el gesto tranquilo, el acusado escucha su sentencia. Solo rompe su silencio para decir estas palabras: "Honorables Jueces; Slobodan Praljak no es ningún criminal de guerra. Rechazo su veredicto con total disgusto". Acto seguido, acaba con su vida bebiendo un frasco de cianuro ante la incredulidad de todos los presentes. Estas imágenes pasarán a la posteridad como las del Stari Most. Cada vez que las veo se me pasan muchas cosas por la cabeza y me pierdo entre la admiración y el desprecio ya que no le tembló el pulso lo más mínimo a la hora de acabar con su vida y dudo que lo hiciera al tener que decidir sobre la de los demás.
El responsable fue Slobodan Praljak y se le acabó juzgando en La Haya por crímenes de guerra. El 29 de noviembre de 2017 se celebró el juicio que le condena definitivamente a 20 años de prisión. De pie y con el gesto tranquilo, el acusado escucha su sentencia. Solo rompe su silencio para decir estas palabras: "Honorables Jueces; Slobodan Praljak no es ningún criminal de guerra. Rechazo su veredicto con total disgusto". Acto seguido, acaba con su vida bebiendo un frasco de cianuro ante la incredulidad de todos los presentes. Estas imágenes pasarán a la posteridad como las del Stari Most. Cada vez que las veo se me pasan muchas cosas por la cabeza y me pierdo entre la admiración y el desprecio ya que no le tembló el pulso lo más mínimo a la hora de acabar con su vida y dudo que lo hiciera al tener que decidir sobre la de los demás.
Imágenes de un derrumbe. |
Hay quien dice que la idea surgió de un joven profesor que regentaba un gimnasio de artes marciales, pero fueron dos escritores, Veselin Gatalo y Nino Raspudic, los que encabezaron el Movimiento Social que propuso la idea de levantar en la ciudad una escultura que pusiera de acuerdo de una vez por todas al conjunto de la población. El nombre propuesto causó estupor y cierto revuelo ya que no era otro que Bruce Lee. Ciertamente, su elección como figura universal es más que discutible (de hecho, fue elegido frente a otras propuestas a priori de más peso como Gandhi o Juan Pablo II), y fue su aparente nula vinculación con la zona lo que hizo que tras dos años de negociaciones, se lograra el consenso, la financiación y los permisos para sacar adelante el proyecto. Primó en el éxito de la propuesta que el actor, al no estar enfangado en ninguna de las muchas guerras que se dieron en Bosnia, ni asumir un credo religioso específico, podría representar para cristianos y musulmanes los valores de la justicia, el orden, la tradición y el respeto, que la ciudad necesitaba para afrontar la reconciliación con buenas expectativas.
Así fue como el sábado 26 de noviembre de 2005 se erige la primera estatua del mundo en honor a Bruce Lee para celebrar los diez años del fin de la guerra de un país del que el homenajeado jamás oyó hablar. Es más, de hecho, ese país ni existía durante su vida. La ceremonia de inauguración fue un éxito. Estuvo cubierta por prensa internacional, hubo representación institucional china y alemana y, como no podía ser de otra manera, una exhibición de Artes Marciales. Incluso se llegó a invitar a la misma a Linda Lee, pero desgraciadamente esta no pudo acudir.
Domingo 27 de noviembre, día del nacimiento de Bruce Lee. En Hong Kong, lugar de su fallecimiento, se inauguraba, con aparentemente más sentido y clamor popular, otra estatua en su memoria. Lamentablemente para la organización, por horas fue la segunda de la historia y no la primera tal y como se pretendía desde un principio. Pero más lamentablemente aún, en Mostar, la primera amanecía seriamente vandalizada. Todas las buenas intenciones, el trabajo de años y el juego de equilibrios y valores que se personificaban en la figura del actor fueron atacados. El estado en que quedó era tal que hubo de ser retirada prácticamente de inmediato. No duró expuesta ni un solo día. Tuvieron que pasar varios años hasta que, por fin restaurada, pudo volver al Parque Zrinjski. Allí está desde 2013.
Abril 2016 en Mostar |
Abril 2020 en Mostar. |
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