Pasa el 156 ignorando la gente en la parada. Los bares de Doctor Esquerdo se echan a la calle copando de mesas y sillas la acera, charlas y cenas, ginebra, tónica, cigarrillos. Manos al alza, un camarero que se hace el despistado. Se ata los cordones como el avestruz entierra la cabeza. Tras él, una rata zigzaguea por la terraza atestada y se cuela en una brecha abierta en el macetero de hormigón. Nadie repara en ella salvo yo.
Continúo andando. Llego a un cruce, el semáforo está en rojo. Lo desprecio y le ignoro como el 156 a su parada, como el camarero a sus clientes y estos a la rata; como la paz a esta noche de Julio que se ha tomado muy en serio a sí misma.
Qué ejercicio tan orgullosamente inútil como infantil es negar el saludo; qué simpleza tan grande yace en el egoísmo de mentirse a sí mismo para poder mentir a los demás, ninguneando al calor, el mal olor y el dolor de saber que este verano ha dejado de ser, desde hoy, un verano cualquiera.
"Puñal" era el título de uno de tus libros, esos que autoeditabas y vendías machacándote las calles, terrazas y viandantes del centro de Madrid. Como la diagonal roja que cruza el pecho de la camiseta de tu amado River Plate, hoy ese puñal nos atraviesa el corazón que hay debajo de ella.
Hoy es un perfecto día de mierda. Pero los amigos estamos aquí para eso, para serlo pese a las cagadas como esta, para acompañarte en el recuerdo que nos dejas a mí, y a muchos, en este puto hasta luego tan a contrapié, tan traicionero y tan miserable que nos ha desvelado en esta madrugada de sábado desde Alfar, en Mar del Plata.
Buen viaje, Juan.
Chau.
No hay comentarios:
Publicar un comentario