martes, 29 de diciembre de 2020
Sabia
miércoles, 16 de diciembre de 2020
De una puta vez
domingo, 16 de agosto de 2020
SOY UN HOMBRE ENFERMO
Sergio y Marcos nos presentaron en la Calle Rivero de Avilés, hace unos 28 años, en una de aquellas noches en las que sonaban los Enemigos y Los DelTonos entre los soportales, el empedrado, las losas y las barras por las que repartíamos nuestras horas. Recuerdo aquellos días como se recuerda al mayo perfecto que es la adolescencia, con sabor a cerveza recién servida y la felicidad de asomarse a la vida sin miedo. Fue entonces, en una de aquellas tardes sin fecha, cuando apareció la sonrisa de Silvia.
"Arcadio, a ver lo que haces, que tiene novio y es un tío de puta madre", me dijeron mis amigos. Eso escuché de fondo. Mientras, yo no podía dejar de mirar aquellos dos ojos recién descubiertos. A su lado, como siempre por entonces, estaba Ruth. Detrás de mí, mis dos amigos seguían lanzando advertencias al aire. Me daba igual. Me fue imposible evitar paralizarme ante aquella mirada a ratos melancólica como el brillo de unas lágrimas recién vertidas, a ratos tan radiante como una ventana blanca abierta en primavera. Su pelo era moreno, liso y brillante, y caía despacio sobre dos hombros diminutos como solo caen las cosas hermosas. Su rostro era de piel pálida y gesto sereno. De su calma se colgaba una media sonrisa que me pareció la invitación más hermosa a vivir que jamás había recibido de una mujer. Me quedé tan absorto con lo que estaba viendo, que no le hice el más mínimo caso a los dos grandes pechos que parecían adivinarse bajo su chaqueta abierta. De hecho, nunca lo hice, y no me ha vuelto a pasar en la vida.
Recuerdo los pocos paseos que dimos, el tono cercano de la complicidad al hablar, y que jamás nos besamos. Aún deben de estar por casa de mis padres las fotos que me dio de su viaje a Amsterdam. Me dejé la vista contemplándolas. Siempre tuve la sensación de que Silvia se reservaba cuestiones graves para ella. Nunca le pregunté que ocurría y mejor que fuera así. Con el tiempo descubrí que su vida estaba afrontando curvas que yo apenas hubiera comprendido. Corría el año 1992 y en su otoño comencé a estudiar la carrera de Derecho, ella la de Medicina. Con el tiempo fuimos coincidiendo menos, ella acabó la carrera y yo no.
Hace unos días, recibo un mensaje en mi móvil. Es ella. Pediatra y madre de dos hijos, vive en Madrid con ellos y el padre, aquel novio que, efectivamente, tal y como me decían Sergio y Marcos, es un tío de puta madre. Jamás le he visto, pero no guardo la más mínima duda al respecto. Es imposible que no sea así. Tras la incredulidad escrita en la pantalla y los posteriores jajajas de rigor, acordarnos vernos en persona tras 25 años sin hacerlo ."Un abrazo, ¿no?" es lo primero que dice al verme. Nos reímos y nos ponemos al día, todo lo que se puede poner uno al día tras un cuarto de siglo sin saber el uno del otro, por supuesto. Ha pasado mucho tiempo, han ocurrido muchísimas cosas, pero todo lo importante continua igual. Y es un alivio. Charlamos sin parar. Durante unas horas no me mortifico recordando a la última amante que he perdido. De fondo, el Aleti vuelve a abrazar la derrota y no me importa demasiado.
Reencontrar a Silvia es volver a admirar la interrogante que dibujan sus ojos y embobarme con la dicción perfecta con la que habla. Milagrosamente, vuelvo a ignorar a aquellos pechos que continúan prometiendo bondades a cualquiera que repare en ellos. Cómo no hacerlo cuando estar con esta mujer es volver a contemplar su sonrisa y recordar la felicidad de asomarse a la vida sin miedo.
Gracias, Silvia.
sábado, 15 de agosto de 2020
HODEI
viernes, 17 de abril de 2020
NUESTRA VIDA ADULTA
En nuestras fotos Sarajevo luce un rostro amable. En la actualidad es tranquila, limpia y muy accesible. Sin embargo, el peso de ser durante tantos siglos aduana de la historia hace que en sus calles se palpe una especie de silencio tenso, como el de una sala de espera. La ciudad es un eterno impasse ante el que mis amigos y yo caímos rendidos. De nuestra visita nos trajimos muchas preguntas, pocas respuestas y aún menos conclusiones.
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Stari Most, el puente viejo. |
El responsable fue Slobodan Praljak y se le acabó juzgando en La Haya por crímenes de guerra. El 29 de noviembre de 2017 se celebró el juicio que le condena definitivamente a 20 años de prisión. De pie y con el gesto tranquilo, el acusado escucha su sentencia. Solo rompe su silencio para decir estas palabras: "Honorables Jueces; Slobodan Praljak no es ningún criminal de guerra. Rechazo su veredicto con total disgusto". Acto seguido, acaba con su vida bebiendo un frasco de cianuro ante la incredulidad de todos los presentes. Estas imágenes pasarán a la posteridad como las del Stari Most. Cada vez que las veo se me pasan muchas cosas por la cabeza y me pierdo entre la admiración y el desprecio ya que no le tembló el pulso lo más mínimo a la hora de acabar con su vida y dudo que lo hiciera al tener que decidir sobre la de los demás.
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Imágenes de un derrumbe. |
Hay quien dice que la idea surgió de un joven profesor que regentaba un gimnasio de artes marciales, pero fueron dos escritores, Veselin Gatalo y Nino Raspudic, los que encabezaron el Movimiento Social que propuso la idea de levantar en la ciudad una escultura que pusiera de acuerdo de una vez por todas al conjunto de la población. El nombre propuesto causó estupor y cierto revuelo ya que no era otro que Bruce Lee. Ciertamente, su elección como figura universal es más que discutible (de hecho, fue elegido frente a otras propuestas a priori de más peso como Gandhi o Juan Pablo II), y fue su aparente nula vinculación con la zona lo que hizo que tras dos años de negociaciones, se lograra el consenso, la financiación y los permisos para sacar adelante el proyecto. Primó en el éxito de la propuesta que el actor, al no estar enfangado en ninguna de las muchas guerras que se dieron en Bosnia, ni asumir un credo religioso específico, podría representar para cristianos y musulmanes los valores de la justicia, el orden, la tradición y el respeto, que la ciudad necesitaba para afrontar la reconciliación con buenas expectativas.
Así fue como el sábado 26 de noviembre de 2005 se erige la primera estatua del mundo en honor a Bruce Lee para celebrar los diez años del fin de la guerra de un país del que el homenajeado jamás oyó hablar. Es más, de hecho, ese país ni existía durante su vida. La ceremonia de inauguración fue un éxito. Estuvo cubierta por prensa internacional, hubo representación institucional china y alemana y, como no podía ser de otra manera, una exhibición de Artes Marciales. Incluso se llegó a invitar a la misma a Linda Lee, pero desgraciadamente esta no pudo acudir.
Domingo 27 de noviembre, día del nacimiento de Bruce Lee. En Hong Kong, lugar de su fallecimiento, se inauguraba, con aparentemente más sentido y clamor popular, otra estatua en su memoria. Lamentablemente para la organización, por horas fue la segunda de la historia y no la primera tal y como se pretendía desde un principio. Pero más lamentablemente aún, en Mostar, la primera amanecía seriamente vandalizada. Todas las buenas intenciones, el trabajo de años y el juego de equilibrios y valores que se personificaban en la figura del actor fueron atacados. El estado en que quedó era tal que hubo de ser retirada prácticamente de inmediato. No duró expuesta ni un solo día. Tuvieron que pasar varios años hasta que, por fin restaurada, pudo volver al Parque Zrinjski. Allí está desde 2013.
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Abril 2016 en Mostar |
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Abril 2020 en Mostar. |